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grandes rasgos, la búsqueda de la verdadera naturaleza de la realidad es el objetivo final del Budismo. Un adecuado desarrollo espiritual generado por la práctica como doctrina de vida, traza un camino en pos de lograr esa meta.
Reconectar con uno mismo hará que la vida cobre otro sentido, mucho más libre de sentimientos de insatisfacción conocidos en el Budismo como “dukkha”. La avaricia, carencia de sabiduría y falta de empatía con la vida alimentan esa manera dolorosa de afrontarla, alejando a las personas de la verdadera plenitud.
El fin del sufrimiento
Ese maravilloso camino de crecimiento espiritual culmina con la Budeidad o Iluminación donde vemos con total claridad la naturaleza de las cosas. Un estilo de vida en consonancia con esa visión trae aparejada la plenitud.
En definitiva, la finalización del sufrimiento gracias a un enfoque espiritual profundo es la bendición que el Budismo regala a quienes alcanzan la luz a través de la meditación y el reconocimiento de tu verdadera naturaleza.
Mucho se ha discutido acerca de que si el Budismo es una religión o no. Desde el punto de vista occidental se ha cuestionado ésta afirmación debido a que no contempla la veneración de un Dios. En realidad, la enseñanza budista se basa en principios sencillos y básicos. Como principal premisa, todo puede ser cambiante y son las acciones las que determinan el resultado de los acontecimientos y las consecuencias que traen aparejadas.
A diferencia de otras creencias, la diversidad de las personas que lo practican es superior. Más allá de las características personales, las enseñanzas apuntan a una manera superadora de entender y transformar las experiencias con practicidad. Es un cambio espiritual consciente ajeno totalmente al fanatismo. Todo nace desde nuestro propio interior.
Ramas del budismo
Paulatinamente a que las enseñanzas del Buda Siddharta Gautama durante el siglo V antes de Cristo se disiparon por distintos territorios y, en consecuencia, disimiles culturas de Asia, cada región las adaptó a su propia idiosincrasia.
La ineludible adaptación de esas enseñanzas a las diferentes culturas condujo a la generación de distintas ramas o formas de Budismo. En su manera de transmitir los conocimientos, Buda daba a conocer sus mensajes de acuerdo a la mentalidad de los discípulos; lo que propinó una mayor libertad de interpretación.
Es desde ese principio didáctico implementado por el propio Buda que se diseminaron diferentes maneras de interpretar sus enseñanzas. Sin embargo, en ninguno de los casos se desvirtúa el verdadero objeto del Budismo.
De acuerdo a lo mencionado con anterioridad, es posible hacer una breve descripción de cada “escuela” y sus características distintivas:
Theravada: es una forma que pone principal énfasis en la práctica de la meditación de atención plena. Originada en el sudeste de Asia, persigue como principal objetivo adquirir una comprensión liberadora de la realidad renunciando a todo sentido egocéntrico. La respiración e impresiones al estar meditando y los propios movimientos armoniosos al desplazarse aportan a ese estado de impermanencia; en el que no existe un “yo” ajeno a todo lo demás.
Mahayana: Nacida en Asia Oriental, ésta rama del Budismo focaliza su atención en lo que llaman Tierra Pura. Es una tradición que se practica con el recitado de Amitabha, el Buda de la Luz Infinita. La Tierra Pura de la Felicidad es básicamente un paraíso ideal para convertirse en un Buda.
Por otra parte, Mahayana promueve la práctica que se conoce como Zen. Es una estricta meditación para tranquilizar la mente y purificarla en base a la compasión y la sabiduría.
Mahayana tibetana o Vajrayana
La forma tibetana del Budismo Mahayana es conocida también como Vajrayana y conserva las características históricas y radicales. Nalanda, por ejemplo, es una de las grandes escuelas de monjes que potencian el estudio referido a la mente, las emociones y la naturaleza de las cosas. Es una visión más lógico y con cierto rigor científico que conlleva al debate y la intensa meditación basada en esos temas específicos.
Visualizarse a sí mismo como una forma específica de Buda es uno de los objetivos. Por medio de lo que conocemos como la práctica del tantra, en la que la imaginación y el trabajo con las energías sutiles del cuerpo se integran, es posible lograr ese estado.
Cada visualización de uno mismo en carácter de Buda es una representación simbólica de un aspecto de la iluminación. Junto con el recitado de mantras ayuda a superar las imágenes negativas y engañosas que puedan tenerse del propio ser y desarrollar así las virtudes budicas.
Dentro del Budismo tibetano pueden diferenciarse claramente cuatro escuelas: Nyingma, Kagyu, Sakya y Gelug. Cada una de las mismas representan ideas disímiles pero que apuntan al mismo objetivo final del Budismo: aspirar a un estado de iluminación y felicidad que desconoce el sufrimiento gracias a la espiritualidad y la sabiduría necesaria para entender la naturaleza real de la vida.
Fuentes: The Buddhist Centre – Definición.De